Pensamientos de un viajero en busca de soledad

Estaba sentado en el cementerio, cansado de tanto andar. Algunos turistas perdidos pasaban preguntándose que les había traído allí. Muchos de ellos hablaban en español, pero yo no me sentía con ganas de descubrirme como hispanohablante. A veces te encuentras mejor en el anonimato, con la gente pensando que tu no hablas su idioma.

Mi mochila reposaba en la consigna de la estación, esperando a que me decidiera si quería pasar la noche aqui o continuar viaje.

Era París, la había disfrutado profundamente escapando de los sitios turísticos y recorriendo sus calles, escuchando a sus gentes hablar un idioma que no entendía y observando la vida en esta gran ciudad, que a mi, como espectador, me resultaba armoniosa y tranquila.

03/08/07

Bélgica, nuevo país, nuevo idioma. Si me quejaba del francés, el flamenco es peor, no se entiende ni una palabra y suena como si fueran a escupir.

Pero por lo menos estoy en Gante (Gent), una ciudad de la que tengo muy buenos recuerdos de cuando la visité con mis padres de pequeño. Nada mas llegar veo por que me gustaba tanto, canales, casas de ensueño. Es una ciudad muy tranquila y agradable.

Pero no todo tenía que ser tan bonito. Llego al único albergue de la ciudad y esta lleno. Me recomiendan hoteles, pero todos se salen de mi presupuesto. Así que toca volver al viejo estilo de viajar, a dormir en la calle.

Por lo menos he encontrado una pradera tranquilo en la que parece que pasaré una buena noche. El tiempo es perfecto, tengo una cerveza, mi mochila y todavía me queda ilusión.

06/08/07

Las 11 de la noche, a mi alrededor una explanada de parking desierta. Es el décimo de un edificio en el centro de Bruselas (Bruxelles). Desde aquí se puede ver toda la ciudad iluminada sin el bullicio de turistas alrededor.

El atomium a un lado, la Gran Place al otro, la catedral, … Todo se ve diferente cuando estas solo, cuando no oyes el ruido de la gente a tu alrededor.

Los coches y la gente se ven pequeños ahí abajo, manteniendo su actividad ajenos a que hay sitios donde huir de ellos.

Siento soledad, pero es una sensación que me esta empezando a gustar. Que pocas veces no tomamos tiempo para encontrarnos con nosotros mismos. Siempre con mil actividades corriendo de un lado para otro, y con miedo a parar, no vaya a ser que no nos guste lo que encontramos en nuestro interior.

Calmado, disfrutando del momento, sin prisa por ir a ningún sitio, sin hora a la que estar en ningún lado. Simplemente estando ahí.

08/08/07

Una calle estrecha, llena de curvas, con pasadizos debajo de arcos, enredaderas cayendo de las paredes. Un banco apacible donde sentarse.

Es pleno centro de Amberes (Antwerpen), pero la entrada escondida hace que pocos turistas se aventuren a pasar por aquí.

Hay varios restaurantes pequeños y hogareños con típica comida Belga. Edificios del siglo XVI, paredes de ladrillo rojo, ventanas con cruceta de piedra y rejas de metal y arcos de piedra.

El suelo esta empedrado, las piedras desgastadas por los siglos parecen querer contar la historia de las gentes que las han pisado. Cada esquina recuerda los chismorreos que los vecinos se intercambiaban.

Esto es Vlaeykensgang, donde vivían los mas pobres entre los pobres de Amberes.