El Internet de las Personas

the wrong amazon is burning

El pasado miércoles las aspiradoras dejaron de limpiar, los timbres de las casas dejaron de sonar, las luces dejaron de encenderse, dispositivos smart en todos los lugares del globo se volvían rebeldes. Por un momento parecía que hubiéramos llegado a ese momento anunciado donde las maquinas se revelan contra sus dueños, pero por ahora “solo” es un problema en AWS.

AWS es la nube de amazon, donde se alojan un tercio de los servicios de la nube. Ese nuevo vecino que siguiendo la tradición Aragonesa de pelotazos se esta instalando en nuestro territorio. Que se deshincha por momentos dejando atrás la retorica de miles de puestos de trabajo para hablar de un máximo de 60 empleados en los próximos 10 años en cada uno de los 3 centro de datos que va a construir en Aragón. Pero no caigamos en su trampa de evaluar las cosas desde una visión económica y de puestos de trabajo, y reflexionemos sobre que sociedad (e internet) queremos construir.

Justo estos días esta circulando la campaña MakeAmazonPay donde se le exige a amazon condiciones laborales dignas, sostenibilidad ecológica y que pague sus impuestos en los países donde realiza sus actividades. Es un primer paso, pero igual deberíamos aspirar a mas, y desmontar las grandes corporaciones como amazon en búsqueda de consumo de cercanía de pequeño comercio, ya sea en nuestras compras como en donde se alojan los datos en la red.

Volviendo a las aspiradoras y timbres, lo que pasó el pasado miércoles fue que los centros de datos de AWS en el Norte de Virginia (EE. UU.) sufrieron un apagón. Todos estos dispositivos smart se conectan con servidores en estos centros de datos y al no poder acceder a ellos dejaron de funcionar. Internet cada vez esta mas centralizada, concentrando todos los datos en unos pocos lugares (y manos). AWS es con diferencia donde mas servicios se concentran haciendo que cuando tiene problemas afecte a grandes volúmenes de la población, como vimos el pasado miércoles.

Pero la duda que no me quito de la cabeza es: ¿de verdad necesita mi aspiradora tener internet para limpiar mi salón? ¿por que si vienen visitas mi timbre tiene que informarle a su fabricante? ¿para que tiene que comunicarse la bombilla de mi mesilla con un servidor en la otra punta del mundo si quiero encenderla?

Estos dispositivos son los que la industria llama el “Internet de las Cosas”.
Dibujan ese futuro al que estamos entrando a pasos agigantados donde las cosas que nos rodean están conectadas a internet y hablan entre ellas a nuestras espaldas. Lo vemos con las Alexas entrando en nuestras casas como pequeños altavoces que escuchan todo lo que decimos y están listos para cumplir nuestros deseos mas banales encendiendo las luces, bajando las persianas o subiendo la calefacción. Comunicándose con nuestra smart bombilla, smart persiana o smart termostato.

Estas cosas conectadas no se centran solo en el interior de nuestras casas.
Vemos como poco a poco van invadiendo nuestros barrios como los contadores eléctricos que esta instalando Endesa con la escusa de reducir el consumo eléctrico, que me expliquen como se reduce el consumo introduciendo millones de aparatos que consumen electricidad. O los sensores en los contenedores de basura que hay en ciudades como Barcelona, que detectan cuando están llenos y “optimizan” la recogida de basura. Pero en muchos casos están descubriendo que las rutas de recogida existentes ya eran las mejores y las ciudades se han gastado millonadas en poner aparatos con pilas que no se pueden cambiar en todos los contenedores que a los pocos años hay que tirarlos y reemplazar por otro.

Cuando las corporaciones se sientan a diseñar el futuro de internet, en su forma de telefonía móvil proponen estándares como el 5G. Que pone a las cosas como el eje central de las comunicaciones relegando a las personas a actores secundarios de esta red. Lo vemos en como el 5G prioriza el crear una hiperconectividad en las zonas con mayor densidad de población, aumentando la velocidad pero principalmente el numero de dispositivos que pueden estar conectados por metro cuadrado. Lo cual no es una necesidad de conectividad humana, sino solo necesario si nuestro futuro implican centenares de cosas conectadas a nuestro alrededor.

Como parte del desarrollo de 5G la industria esta creando una serie de protocolos y demostraciones de uso de esta nueva tecnología. Uno de ellos es el protocolo de comunicación coche-coche y coche-peaton. Donde los futuros coches podrán interactuar entre ellos, para no chocarse, y los peatones tendrán que llevar dispositivos que puedan hablar con estos coches para no ser atropellados. Vemos que el patrón de cesión de espacio al coche no solo se da en las ciudades sino también en internet.

El 5G prioriza esta conectividad en las ciudades, dejando de lado el resolver problemas reales del internet actual. Como el acceso a internet en zonas rurales, que no solo no pretende mejorar sino que probablemente lo empeore.
O el cambio climático, donde el 5G plantea poner antenas en cada poste de la luz de las ciudades, aumentando enormemente los recursos necesarios y los deshechos producidos, y se calcula que cada torre de 5G va a consumir entre 2 y 3 veces mas electricidad que las de 4G.

Es hora de plantearnos como sería un internet de las personas. Dejando atrás la visión capitalista con su necesidad de expansión y de caducar las tecnologías. Donde el desarrollo no sea de la tecnología por la tecnología. Igual no necesitamos que todas las cosas que nos rodean tengan un chip y estén conectadas a internet. Un internet de las personas donde la tecnología la evaluemos según nuestras necesidades humanas.